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En unas fechas como estas, donde las visitas a nuestras iglesias, basílicas o catedrales es una práctica común para disfrutar de diversas procesiones, vamos a realizar un recorrido por los patrimonios catedralicios de España, que no solo son templos de fe para miles de creyentes en todo el mundo, sino que además son un referente turístico de nuestro país y nos hacen retroceder a otras épocas a través de sus estilos, su arte y su arquitectura que varía desde un austero románico hasta el detalle del barroco, pasando por la perfección del renacimiento, la simplicidad del mudéjar y la consistencia del gótico, sin olvidar que algunas de estas construcciones forman parte del  patrimonio histórico de la Humanidad.

Definición de catedral

El nombre de catedral corresponde según la tradición católica, al recinto donde un obispo tiene su cátedra (sillón que usa en la liturgia). Su distribución por el territorio español corresponde a la división eclesiástica establecidas por la Iglesia desde hace siglos, independientemente de la división administrativa. Los cambios territoriales producidos por determinados acontecimientos históricos como la Reconquista y los procesos desamortizadores del siglo XIX, entre otros, han ido cambiando la ubicación de las diócesis y junto con los aumentos de población han facilitado la creación de nuevas catedrales, transformando iglesias parroquiales o conventuales en catedrales o concatedrales como la Iglesia magistral de Alcalá de Henares y la iglesia de Santa María Magdalena, que desde 1991, se convirtieron en dos de las catedrales más recientes de España, o construyendo otras nuevas.  También encontramos algunas ciudades con dos catedrales, como Salamanca. El Departamento de Patrimonio de la Conferencia Episcopal asigna a todas las catedrales en España el mismo rango jerárquico y las considera igual de importantes desde una base teológica, porque todas son sede de un obispo. Aunque desde un entorno más practico hay algunas que registran más actividad que otras.

Iglesia magistral de Alcalá de Henares

Ni su tamaño, ni las localidades donde se ubican o sus diferentes estilos artísticos indican la importancia de una catedral, aunque algunas destacan por formar parte de la murallas defensivas de la ciudad, por su construcción realizada encima de otros templos religiosos aprovechando parte de sus componentes como La Catedral de Lérida que se construyó sobre una mezquita previa, o las catedrales de Tarragona y de Gerona realizadas sobre templos romanos o también  por ser las primeras en aplicar algunos estilos concretos, como por ejemplo, La Catedral de Ávila y la Catedral de Burgos, que compiten por ser declaradas la primera catedral gótica en España. Otras, como la Catedral de Sevilla se considera la construcción gótica más grande del mundo.

Catedral de Burgos

Los diferentes estilos arquitectónicos

Es importante conocer los diferentes estilos que caracterizan las construcciones de cada catedral y las características generales que agrupan cada uno de ellos. Por lo que vamos a realizar un recorrido por la escultura monumental de estos edificios aplicada a su arquitectura.

Románico  

Desarrollado principalmente entre los siglos XI y XII, disponen de una planta de cruz latina, con muros gruesos con pocos vanos y contrafuertes en el exterior. Arcos de medio punto y principalmente con bóveda de cañón (aunque en algunas ocasiones encontramos bóvedas de aristas). Capiteles decorados. Crucero cubierto por una cúpula poligonal sobre trompas que al exterior se manifiesta en un cimborrio. La fachada suele estar dividida en varios pisos y habitualmente se encuentra flanqueada por dos torres. Se utilizó más en la construcción de iglesias y basílicas, aunque podemos encontrar algunas catedrales con esta arquitectura como la Catedral de Sigüenza en Guadalajara, La Catedral de Santiago de Compostela o la Catedral de Jaca en Huesca.

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Catedral de Jaca

Gótico

Ubicado entre el Románico y el Renacimiento, es decir, desde finales del siglo XII al siglo XV. Con dos tipos de plantas principales, la de tradición románica (de cruz latina) y la de salón (planta que carece de crucero de brazos salientes). Dispone de muros estrechos con amplios ventanales y vidrieras de colores. Estas vidrieras dejan entrar la luz matizándola con diversos tonos. Utilización del arco ojival y la bóveda de crucería. Para soportar el peso de la bóveda se emplean los contrafuertes con arbotantes. Los contrafuertes se separan de la pared, recayendo el empuje sobre ellos por medio de un arco de transmisión denominado arco arbotante. La cúpula también se manifiesta al exterior con un cimborrio en forma de prisma octógono o hexágono que en este estilo se corona por una pirámide. Los capiteles de las columnas van perdiendo importancia llegando a sustituirse en el siglo XV por un haz de junquillos ramificado directamente en los nervios de la bóveda. Ejemplos relevantes de este tipo de construcciones las encontramos en La Catedral de Ávila, la Catedral de Barcelona y la Catedral de Burgos, entre otras.

Catedral de Ávila.

Renacentista

El Renacimiento fue un periodo cultural y artístico que se dividió en dos periodos: Siglo XV, denominado Quattrocento, cuyo foco fue Florencia. Encontramos una arquitectura basada en los dos grandes ideales del pensamiento renacentista: la importancia fundamental del ser humano y la recuperación del arte de la Roma Antigua (pero no copiando las construcciones antiguas, sino adaptándolas e interpretándolas para lograr la armonía del edificio final). Así, sus características más emblemáticas son edificios con fuerte significado simbólico, donde se recalca la belleza de los elementos arquitectónicos, siendo los elementos decorativos poco abundantes y tomados del mundo clásico creando bóvedas o cupulas con formas nuevas basadas en motivos jónicos, corintios, etc, tan característicos de la arquitectura de la antigüedad, junto con la aplicación de las matemáticas a su arquitectura.

Siglo XVI, denominado Cinquecento, cuyo foco fue Roma, conocido como Renacimiento Pleno o Alto Renacimiento, nos ofrece construcciones con una mayor madurez y sobriedad (decoración menos abundante), aunque se combina con la belleza de sus elementos arquitectónicos (proporción, orden, equilibrio de masas, medida, etc.), dando una mayor importancia a los edificios de planta centralizada cubiertos con cúpula. Un ejemplo de este tipo de construcción la encontramos en la Catedral de Albacete o la Catedral de Granada.

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Catedral de Albacete

Barroco

Es un periodo desarrollado principalmente en Europa y América, entre los años 1600 y 1750. La característica principal de la arquitectura barroca fue la utilización de composiciones basadas en puntos, curvas, elipses, columnas salomónicas (muy dinámicas, con fuste retorcido que asciende en sentido helicoidal), entablamentos rotos o quebrados, columnas de orden gigante y espirales, así como figuras policéntricas complejas compuestas de motivos que se intersecaban unos con otros. Es una arquitectura que gusta de los fuertes contrastes: recta-curva, claro-oscuro, cerca-lejos en las perspectivas. Se siguen utilizando muchos elementos clásicos, pero con un tratamiento diferente: frontones quebrados, columnas clásicas (pero no adosadas), con volumen pleno y se prefiere el óvalo al círculo. Se usan bóvedas y cúpulas como cubiertas, siendo frecuente que sean ovaladas. Los edificios de este estilo dan la sensación de movimiento y tensión empleando líneas curvas: alternancia de líneas cóncavas-convexas, que dan lugar a fachadas alabeadas. Los elementos usados se multiplican y así tendremos columnas pareadas, pilastras simplemente decorativas o dobles cornisas buscando efectos sorprendentes. Otro principio de estas construcciones es buscar la unidad, integrando todas las artes entre sí y con el espacio que las rodea. Un ejemplo de este tipo de construcción lo tenemos en la Catedral de Calahorra en La Rioja.

Catedral de Calahorra

Arquitectura historicista

Se trata de una tendencia arquitectónica iniciada a finales del siglo XVIII y que intenta recuperar formas arquitectónicas de otras civilizaciones antiguas, creando los estilos denominados «neos»: neogótico, neorrománico, neorrenacimiento, neobarroco y eclecticismo. Esta arquitectura tenía tres ejes fundamentales: sentimiento religioso, nacimiento del espíritu nacionalista y avances tecnológicos. Su mayor exponente lo encontramos en el estilo Neogótico y es una reelaboración de los sistemas arquitectónico del estilo gótico, rechazando el racionalismo neoclásico. Son edificios con tendencia a la horizontalidad, pero con torres y pináculos que hacen de contrapunto. Un ejemplo de este tipo de construcción la tenemos en la Catedral de la Almudena de Madrid que se caracteriza por un estilo ecléctico que mezcla el neoclásico, el neogótico y el neorrománico, aunque el proyecto inicial del arquitecto, el Marqués de Cubas, se basaba en una construcción totalmente neogótica.

Catedral de la Almudena, Madrid.

Podemos encontrar catedrales de diversos estilos. Las más antiguas fueron edificadas tras la reconquista en claro estilo románico, aunque en esos momentos ya existían algunas basílicas. Lo habitual, es que la construcción de una catedral se dilatara en el tiempo y se prologara durante años, e inclusive, en algunos casos durante varios siglos. Por esto podemos encontrar construcciones con diferentes estilos arquitectónicos que iban variando en base al predominio de diversas épocas. Las catedrales no solo se limitaban a ser templos religiosos, sino que concentraban a su alrededor diversos tipos de actividades económicas, legales y sociales. La mayoría incluían varias dependencias anexas (claustro, sala capitular, sacristía, biblioteca, etc), también en sus alrededores podemos vislumbrar el palacio del obispo, las casas donde vivían los canónigos y algunas disponían de hospital, residencia-escuela para los niños del coro o comedor de caridad.