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Westworld (2016 – 2020) es una de las más exitosas series de HBO creada por Jonathan Nolan y Lisa Joy, inspirada en la película de Michael Crichton que dirigió en 1973.

La historia se construye en un parque temático ambientado en el antiguo oeste y habitado por robots a los llaman “anfitriones”. Los “visitantes” (clientes) del parque pueden actuar y andar a sus anchas sin cuestionamientos alguno de moralidad. En un inicio, esta parece unas de las ideas más atractivas de la serie: primero, la perfección y eficacia de los robots humanoides en los que a nivel superficial no se percibe diferencia alguna con el hombre; y segunda, que se encuentran a disposición ilimitada de los deseos del visitante. Lo que conlleva una trasgresión de la ideología de los visitantes en la libertad de actuación, sin límites, llegando a la perversidad.

Estos dos planteamientos pasan a un plano superficial a medida que avanzamos en la serie, ya que existe otra narrativa que representa el verdadero hilo conductor: los robots descubren el paso a la imaginación, y con ello a la construcción de su propia conciencia.

La serie está cargada de contenido filosófico alrededor de la noción de ser y el cuestionamiento de la existencia, planteando formas y procesos que podrían hacer simular a los robots ese paso último para pensar como nosotros.

Westworld comienza a cambiar el foco de atención de su narrativa cuando los programadores del parque incluyen en los anfitriones la actualización del “ensueño”. El filósofo Gaston Bachelard, definió el ensueño como un estado de reposo, un estado intermedio entre la vigilia y el sueño: está compuesta de imágenes, y a través de conceptos y recuerdos, se crea lenguaje nuevo, y, por tanto, la configuración del mundo del propio individuo. Bachelard escribió bajo este concepto La poética de la ensoñación, conformada bajo tres premisas que encontramos en esta serie, y en resumen son las que desencadenan la transformación que experimentan los robots y que les hace conseguir la capacidad de crear nuevos pensamientos y actuar fuera del bucle / historia en la que está delimitada su acción.

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¿Has vuelto a imaginar que quebrantas tu modesto bucle y asumes un papel mayor? (Conversación Ford con Dolores en Episodio 5, min 17:08)

El ensueño, una actualización de los robots

El recuerdo y la imagen como base del ensueño: Con la actualización del ensueño los robots comienzan a tener acceso a imágenes y anécdotas de sus vidas anteriores (otras programaciones a las que estaban destinados). Dichas imágenes comienzan a interrumpirlos en sus acciones cotidianas. Éstas tienen su valor individual y común, pero no se pueden comparar unas con otras, funcionan de una manera similar al proceso imaginativo, impulsos que al igual que nosotros, no pueden analizar ni comprender objetivamente.

Estas imágenes surgen de la soledad del robot, soledad en el sentido de que solo participan de ellos mismos. Para comprenderlo hay que distinguir entre dos tiempos: el tiempo objetivo y el tiempo profundo, que Bachelard denomina como Animus y Anima. Siendo el primero el que representa el bucle programado del robot (la rutina); y el segundo los recuerdos e imágenes que evocan y surgen, un pensamiento sobre los objetos, lugares o acciones, que no tienen por qué estar relacionado con lo que sucede en ese momento.

La ensoñación está también muy ligada a la infancia: Cuando el ser humano alcanza la edad madura, los ensueños de la infancia se manifiestan con mayor frecuencia y nostalgia, ya que son ensueños de expansión: La imaginación en esta etapa es original en el sentido de no tener una experiencia previa que predefina nuestro punto de vista sobre las cosas.

“Al parecer nuestras ensoñaciones infantiles nos permiten conocer a un previo de nuestro ser, toda una perspectiva de antecedencia de ser” Bachelard, Gaston. La poética del ensueño. Fondo de Cultura Económica, México, 2011. P. 164

En Westworld, el hecho de entremezclar recuerdos de las primeras vidas en la programación actual de los robots, suponen un ensueño original en expansión, más vivo que las experiencias recientes: imágenes con mayor onirismo y protagonismo que los recuerdos de los días anteriores (que se representan más como flashes).

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Son Ford y Bernard (creadores del parque) los que provocan y despiertan este estado dándoles acceso a través del ensueño a sus anteriores programaciones. También se da un continuo debate entre estos creadores por dicha acción, pues este proceso supone que los robots comiencen a tener la concepción de la existencia y, por tanto, empezar a tomar decisiones. En ese sentido ha creado un cosmos al otorgarles esta categoría de la memoria.

La conciencia de los robots

El culmen de alcanzar la conciencia se representa con el laberinto: “La profundidad del tiempo es concreta, concretamente temporal” (Gaston Bachelard). En el episodio 8 de la primera temporada, desvelan este simbolismo cargado de misterio durante los anteriores capítulos.

Anfitriones y visitantes lo buscan como un espacio físico ya que asimilan que es la aventura final del parque. En realidad, es parte del proceso imaginativo que venimos describiendo en este artículo, y nos apoyamos en una cita de Nietzsche para comprenderlo: “Si quisiéramos esbozar una arquitectura de nuestra alma (…) habría que concebirla a imagen de un Laberinto”. En Westworld es el plan del antiguo socio Arnold, que posteriormente se encarna en Bernard: No hay ningún laberinto físico, sino mental, construido con los ensueños y la memoria que se aplica a los robots para así llegar a la concepción de sí mismos, el laberinto está en ellos. La solución de este, está en reconocerse, encontrarse a sí mismos para así poder actuar, y en el caso de la serie, hacer la revolución como ocurre en la segunda temporada.

Westworld además de ser una serie exquisita a nivel estético y técnico, es un tratado filosófico en todas las condiciones y una reflexión de la existencia, a nivel humana. Pero también nos despierta la curiosidad de vida robótica, ¿qué pasaría si los robots asimilan nuestros mismos procesos mentales? ¿Dónde estaría entonces nuestra moralidad o conciencia en nuestro trato a ellos? ¿Quién sería entonces más humano?

Quizás, tal y como esta evolucionando la humanidad y la robótica no tardaremos mucho en descubrirlo… ¿Y vosotros qué pensáis?